Explorando la Conducta Empresarial Responsable: Un Viaje de Aprendizaje y Colaboración Multiactor

Por María Bladimirsquy

Fui seleccionada para participar en el Programa sobre Conducta Empresarial Responsable, organizado por la Fundación Konrad Adenauer (KAS). Sin dudas, fue una experiencia transformadora la cual implicó cursar 4 meses de manera virtual y concluyó con un encuentro de 4 días en Perú. A través de paneles, talleres y mesas redondas con personas expertas de toda Latinoamérica, abordamos los desafíos de la agenda de Empresas y Derechos Humanos en el contexto de minería y agroindustria, sectores vitales para el desarrollo económico y social de la región.

Durante mayo a septiembre de este año, tuve la oportunidad de participar del Programa sobre Conducta Empresarial Responsable, organizado en conjunto entre la Fundación Konrad Adenauer (KAS) y en colaboración con la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos (ACNUDH). El curso concluyó con un encuentro de 4 días en Perú, entre las personas participantes, el equipo de la KAS, representantes del Proyecto sobre Conducta Empresarial Responsable en América Latina y el Caribe (CERALC) de la ACNUDH  y expertas/os en la agenda de Empresas y Derechos Humanos de Latinoamérica. 

Este programa, centrado en promover en la práctica de negocios una Conducta Empresarial Responsable (CER) —anteriormente conocida como RSE—, reunió a personas expertas que se desempeñan en distintos ámbitos: academia, sociedad civil y sectores público y privado. En conjunto, exploramos la agenda de Empresas y Derechos Humanos, con un enfoque específico en sectores claves para la región como la minería y la agroindustria.

Uno de los aspectos más destacados  fue la oportunidad de discutir la aplicación de los Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos de las Naciones Unidas en línea con los requisitos de debida diligencia en derechos humanos para sectores de alto impacto. Fue sumamente valioso reflexionar colectivamente sobre los desafíos que enfrentan estas industrias, especialmente en temas de derechos laborales y protección ambiental, en línea con la normativa internacional en la materia, como lo es la reciente Directiva sobre Diligencia Debida de las Empresas en materia de Sostenibilidad  (CSDDD). 

Durante los seminarios, las personas participantes coincidimos en la necesidad de establecer un marco de cooperación multiactor entre empresas, comunidades y Estado, sociedad civil y comunidades indígenas, en el cual la debida diligencia y la transparencia en la cadena de suministro sean esenciales para garantizar un desarrollo verdaderamente sostenible.

La interacción con colegas de distintos países de la región brindó una visión enriquecedora sobre cómo cada Estado implementa la CER en sus respectivos Planes de Acción Nacionales de Empresas y Derechos Humanos. Estos intercambios nos permitieron explorar diversos enfoques, como la inclusión de comunidades indígenas en los procesos de toma de decisiones y la creación de canales de denuncia efectivos para personas trabajadoras.

Argentina: hacia una transición energética justa. ¿Justa para quién?

Durante el Programa, también se destacó el papel de Argentina en la transición energética, particularmente como uno de los principales productores de litio, mineral clave para las tecnologías de energías limpias. Este contexto plantea el desafío de asegurar que la explotación de este mineral no solo impulse el crecimiento económico, sino que también respete los derechos de las comunidades locales y conserve los recursos naturales. Promover una transición energética justa requiere un compromiso firme y transparencia, principios que deben guiar la explotación de recursos bajo un enfoque verdaderamente sostenible y humano.

Esta experiencia reforzó el compromiso en acompañar al sector empresarial en la implementación de una CER que vaya más allá de las obligaciones normativas, promoviendo una cultura de integridad y responsabilidad corporativa que beneficie a toda la sociedad: tanto a las empresas, la sociedad en general y específicamente a las comunidades. La Conducta Empresarial Responsable no solo es posible, sino también imprescindible para el desarrollo de una sociedad justa y equitativa en nuestra región.