Nuevas perspectivas y oportunidades para la industria de Energía y Recursos Naturales
La industria energética ha tenido numerosos idas y vueltas en los últimos años. Por un lado, a diferencia de lo que ha ocurrido en otros sectores, ha existido un crecimiento a nivel internacional; por el otro, al mismo tiempo, crecen numerosas oportunidades en el plano doméstico de cara un futuro marcado por la incertidumbre.
En Argentina, las elecciones han generado un escenario de Wait & See ante el posible cambio de gobierno, sobre todo en torno a cómo impactarán las nuevas políticas económicas que se lleven adelante y qué nuevas normativas aparecerán para la regulación del sector. Al mismo tiempo, la sequía y la falta de reservas amenaza con una caída en la actividad que estará acompañada de una alta inflación.
En tanto, en cuanto lo internacional, las problemáticas naturales y las crisis geopolíticas no solo han puesto a esta área como un tema en auge, sino que también se ha generado un manto de duda general, principalmente a raíz de la guerra entre Rusia y Ucrania. Todo esto se suma a la desaceleración económica y a los riesgos existentes de un cierre de la actividad industrial en China por eventuales rebrotes de COVID.
Pese a esto, el panorama no es tan negativo si se compara con lo que ha ocurrido en otros sectores. De acuerdo a una encuesta realizada por BDO en Estados Unidos, un 76% de las compañías de petróleo y gas han experimentado un incremento de su rentabilidad e ingresos durante 2022.
Esto ocurre de forma similar en aquellas compañías que están vinculadas de lleno a las energías renovables. Un 60% de los CFO de estas empresas aseguraron también haber crecido durante el año pasado.
La importancia de esta parte de la industria ha tenido un auge en los últimos años, no solo con el avance que se ha dado en varios países en materia de sustentabilidad, sino con las propias perspectivas de estos recursos de cara al futuro.
Dicha cuestión ha impactado de la misma forma en las compañías basadas en hidrocarburos. En base al sondeo antes mencionado, un 8% de las empresas planea llevar adelante políticas de descarbonización, un 40% mantendrá un enfoque de reducción en este sentido, mientras que el porcentaje restante aumentará el uso de la energía alternativa.
En este sentido, pese a las perspectivas del país en el área de hidrocarburos, principalmente a raíz del despegue en el último tiempo de Vaca Muerta y su inicio récord en 2023, las oportunidades existentes relacionadas a los recursos renovables son muchas.
La situación de este yacimiento puede trasladarse al mismo tiempo en una actividad en la caída de las otras cuencas. De la misma manera ciertos planes de inversión deben incluir al mismo tiempo reducciones en la huella de carbono.
Sin embargo, debido a los avances en el mundo en materia de sostenibilidad, con la mayor penetración de la electromovilidad, se ha generado en el plano global un incremento de la demanda de ciertos minerales críticos para la producción, hecho que también se puede reflejar en mayores perspectivas para el país.
Esto es importante tenerlo en cuenta en el contexto actual existente de volatibilidad en el precio de algunos metales, a causa de la actividad global y la situación económico-financiera. Todavía hoy, el oro y la plata representan el 68% de las exportaciones de Argentina en el sector metalúrgico, pese al avance del litio en el último tiempo.
En líneas generales, 2023 se perfila como un año que puede agrupar grandes oportunidades para la industria de energética y de recursos naturales, pero que al mismo tiempo contará con un ambiente general en el que prima la incertidumbre.
En el mundo, la gran duda es como se saldrá de la volatibilidad económica que primó durante el año pasado, al mismo tiempo que crece la expectativa en torno la situación geopolítica. Este hecho puede repercutir en una de las principales preocupaciones de los CFO para este período, como lo son las interrupciones de la cadena de suministros.
Por su parte, Argentina, en medio de una complicada situación macroeconómica, se encuentra a la espera de no solo lo que le deparará el panorama político sino también la situación monetaria, de cara a un año en el que no contaría con shocks de intercambio ni impulsores domésticos, pero sí con expectativas de las posibilidades que puedan surgir del plano internacional.