Gestión del Cambio Tradicional vs Agile
Gestión del Cambio Tradicional vs Agile
Mucho se habla de las dos metodologías de Change Management que, al día de hoy, conviven en distintos entornos. Si bien ambas persiguen un mismo objetivo de acompañar a las personas en cualquier proceso de transformación y facilitar esas transformaciones, tienen características diferentes y son adaptables a escenarios, realidades o culturas distintas.
Es importante destacar que ninguna de las dos vertientes es mejor que la otra, sino que se adaptan mejor a determinados entornos y/o proyectos.
El foco de una gestión del cambio tradicional se centra en procesos lineales que contemplan: inicio, planificación, ejecución y medición de las acciones que se desarrollan a lo largo del proyecto. Se contempla de antemano la documentación, la planificación de principio a fin (end to end), el presupuesto y la duración o plazo de finalización que se debe procurar alcanzar. Por lo tanto, los cambios que puedan poner en “riesgo” la fecha fin del proyecto son, por lo general, desestimados.
A diferencia de la metodología tradicional, la agile no es lineal ni sigue un enfoque en cascada, sino que se rige en procesos iterativos, segmentados por sprints cortos. Por lo tanto, los cambios que surjan pueden ser considerados sin que esto afecte el resultado final del proyecto.
La metodología Agile se centra en la colaboración, el trabajo en equipo y en la flexibilidad para dar respuesta rápida a los cambios. No requiere de una gran planificación y priorización como en el enfoque tradicional.
Si bien hay empresas que prefieren trabajar bajo el enfoque de una gestión del cambio Ágil por su flexibilidad y la generación de impactos graduales e incrementales, lo cierto es que la metodología tradicional sigue ofreciendo grandes ventajas de acuerdo con el tipo de transformación que se busque alcanzar y de la cultura organizacional que se tiene.
A la hora de definir si ir por una gestión del cambio tradicional o agile, es importante conocer la magnitud del proyecto, su duración, su complejidad y quiénes serán los stakeholders involucrados. A partir de ahí, se podrá reconocer cuál es el modelo de Change Management que más se adecua al tipo de proyecto que se está por abordar.